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RESTAURACIÓN DE CERÁMICAS ARQUEOLOGICAS

Complejo Cultural El Molle

RESTAURACIÓN DE CERÁMICAS ARQUEOLOGICAS

Publicado el 25/11/2009
El 5 de noviembre se hizo entrega al Museo Arqueológico de La Serena de 28 vasijas cerámicas, que fueron investigadas e intervenidas en el Laboratorio de Arqueología del CNCR, en el marco del programa de ampliación y renovación museográfica que el Museo desarrolla en la actualidad.

Las piezas pertenecen a contextos funerarios y fueron recuperadas, en distintas épocas, de la zona arqueológica de La Turquía que, localizada en el valle del Río Hurtado, IV Región de Coquimbo, ha sido adscrita al Complejo Cultural El Molle. Estos grupos humanos se desarrollaron en la región semiárida de Chile, entre el río Salado por el norte y la cuenca del Choapa por el sur, durante los primeros seiscientos años de la era cristiana.

Las primeras excavaciones efectuadas en La Turquía fueron realizadas por Jorge Iribarren Ch., en la década del cincuenta, identificándose un total de siete áreas de cementerios que daban cuenta de un complejo patrón de fosas sepulcrales que, formadas por la alternancia de emplantillados de guijarros y tierra aparentemente cernida, eran demarcadas en superficie por ruedos de piedra de 2 a 3 m de diámetro. La principal de estas áreas corresponde al sector denominado como La Turquía B, toda vez que presentan el mayor número de sepulturas así como la mayor abundancia y diversidad de ofrendas cerámicas.

Las piezas investigadas e intervenidas en el CNCR provienen, en mayor frecuencia, de los cementerios D (21,4%), B (17,9%) y La Matancilla (17,9%), y corresponden principalmente a vasos con paredes semicilíndricas, botellas de cuerpo globular (con cuello largo y corto), ollas de cuerpo hemisférico, escudillas divergentes y jarros globulares con asa puente y gollete. Los tratamientos de superficie más frecuentes son del tipo negro pulido, negro pulido inciso, molle corriente, molle gris, rojo pulido, rojo sobre crema y molle post-cocido. El 42,8% restante pertenece a los cementerios A (7,1%), El Infiernillo (3,6%) y B o C (10,7%), más un 21,4% de piezas provenientes de colecciones privadas cuya única referencia sería La Turquía, sin antecedentes precisos sobre su origen.

Las principales alteraciones detectadas fueron: fragmentación, presencia de adherencias superficiales (matriz de suelo y concreciones) e intervenciones anteriores con adhesivos poco adecuados y con descalces entre sus fragmentos. Varias de las cerámicas presentaban huellas de uso como el hollín, síntoma identificado por una coloración heterogénea de la superficie, observándose sectores ennegrecidos y con diferencia de brillo en relación al total. Este indicador estaría señalando un contacto directo con fuentes de combustión, respondiendo a un uso doméstico en el contexto sistémico primario. Otra huella frecuente en este grupo de objetos fue la presencia de saltaduras en el perímetro del labio, lo que sugiere un uso para beber directamente de la pieza algún tipo de líquido.

Las intervenciones fueron efectuadas por un equipo de conservadoras especialmente requerido para este proyecto, donde trabajaron Francisca Campos, Anja Stabler y Francisca de la Riva durante un período de ocho meses. Las acciones realizadas se sintetizan en: investigación documental de las piezas, elaboración de diagnósticos, separación de fragmentos mal adheridos, eliminación de adhesivos mediante el uso de solventes, consolidación de fisuras con Paraloid B44 al 10% en acetona, ensamblaje de fragmentos con Paraloid B44 al 30% en acetona y construcción de resanes estructurales con yeso dental, para todas aquellas piezas que presentaban una sujeción inferior al 30%, poniendo en riesgo su estabilidad estructural.